Las cosas que me hospedan, se quedan en diversas habitaciones que me
conviven,
la oscuridad del domingo a las siete de la tarde,
los nervios del
lunes a las ocho de la mañana,
el cansancio de los miércoles a las cinco de la
tarde,
la alegría de los viernes a las siete de la tarde,
pero pasa el
camioncito invitándote a quedarte en casa y me veo con las habitaciones vacías,
ya no me hospedan esas emociones, se pusieron ellas también en cuarentena,
afuera se avecina el otoño,
se avecina para convertirse en vecino,
de lejos
relampaguea y una brisa entre fría y fresca queaparece entre la nada,
mezcla de silencio y cantos de grillos,
mezcla de
sombras y ausencia de motores,
en esta tranquilidad el miedo al extranjero
desaparece,
las noches se le hicieron más largas a algunos a mí se me amanece
cada vez más temprano, tengo habitaciones nuevas, algunas vacías, otras se me
llenaron de privilegios de agua, jabón y casa.
Cuando la noche
avanza decía Delfina (1) se me desesperan las uñas,
los parpados me crujen, y el
olor a desgano me emana desde los pies,
que raro todo, rare, si rare, me gusta así,
el olor a arroz se mezclan con el de cigarro y aparecen las convulsiones de
frases que mi mente escupe sin parar.
Zapada de palabras ¡que va ser!,
hay
afuera un silencio extraño que se parece más a la incertidumbre que al silencio
real, están todos como pensando, hablando para adentro, mascullando pensamientos
unos tras otros, mientras lentamente nos volvemos más extraños y extranjeros
los unos de los otros, las unas de las otras,
me pregunto si en algún momento
¿explota?,
lo que es seguro Es que nos vamos a dejar de
reconocer, mutando tan rápido como lo hace el tiempo, que va tan rápido que no
me permite adaptarme, no me da tiempo, mi segundero va más lento.
La vida está
sonando como un flanger, en círculos, lenta y afónica.
Lo único que permanece
es la noche avanzando con una distorsión que ya conozco y no trae buenas
noticias.
Si la ves
venir: la esquivas, es así de normal hacerlo.
La hostilidad no son las otredades que nos rodean, las
hostilidades están encarnadas en el interior, y salen agazapadas disfrazadas de
cuidado, de miedo, de excusas pasajeras para escapar de lo que se cree un
peligro que no es más que algo pesado a lo que no queremos hacerle frente.
El orden de prioridades cambia con los años, mientras los
blancos se aparecen en el pelo y en la mente
Dramatizando
las excusas voy; vamos; van queriendo hacerse las sonsas con quienes nos
rodean.
La fortaleza disfrazada es: miedo.Saquémonos las caretas,
que mis botas y mi paraguas son un privilegio en donde vivo.
Los deseos más intensos nos hacen ir a buscar tabaco a
cualquier hora en el medio del temporal,
pero aquello
de lo que somos presos sin querer nos da pánico y lo disfrazamos de eso, saquémonos
las caretas.
Relaciones sociales, relaciones comerciales, relaciones
laborales, relaciones profesionales, relaciones amorosas, relaciones políticas,
relaciones familiares, relaciones virtuales, todas tienen nombre pero todas son
lo mismo en el medio de las excusas pasajeras.
Dejémonos de hacernos lo miedosos, psicopateados por las
relaciones, que ellas son en tanto nos convenzan y convengan,
de las únicas
que no hablamos son de las relaciones libres, esas son las mejores, pero de
esas... mejor no hablemos porque sino el ego no tendría de donde sacar provecho,
no?
Vivimos en la hermética ciudad con crueles ideas de vida, con estúpidas formas de amar.
Caemos en las cínicas trampas de los personajes de cuentos perfectos con dolores jodidamente intensos.
Salimos a la calle con una valija cargada de sueños no viables, compramos las más necias ideas que nos venden, cuando ya ni el tiempo nos alcanza para ser felices, cuando las hormigas cargan los viejos ánimos pisoteados: es ahí cuando toda esta basura no es más que nuestras propias vidas.
Me atormento con su mirada cruel: Cruela, mi sensibilidad se
hizo agua, y mi pasado de culpas se apareció frente a mis uñas otra vez, se me encogieron
los hombros y la mano extendida me recordó el pasado cruel, no se me habían
terminado de cocinar las vísceras, estaban crudas, hundí las uñas en ellas… y
si… seguían crudas, crueles. La vuelta al diván no era la opción, las cadenas
me llevaban hacia allá, a la vuelta de la calle Freud, en una esquina de puerta
color rojo, tejas rojas y grafitis en la esquina. En la vuelta de la calle
Freud donde lo cruel se hace vísceras y se retuerce entren las uñas, donde la
matriarca espera con voz gruesa y susurrona enfrentarse a las bendiciones que
han dejado los mandatos familiares.
Detrás del sillón donde crece el floripondio, un reloj
susurra segundos en mi oreja y un perro cansado de escuchar historias nuevas me
lame el pantalón. Me siento: el siseo de las vísceras del interior desaparecen, las uñas crujen la
ansiedad y aparece la matriarca, con aires de india, rizado el cabello y ojos
que hablan, cada instante de mi historia se despierta para pelearse entre
versiones, unas con otras. La Memoria enrarecida de semejante escándalo pone el
grito en el cielo, quien sino ella es la que trae la verdad, y ahí no más con
aire de superación la Realidad se presenta, se sirve un trago y la envenena con
sus tintes de ocasión.
La Memoria desespera, va y viene pisoteando el almohadón,
encogiendo las rodillas, trae bultos del
pasado bien cerrados, los desata y desordena sobre el escritorio, no está lista
para enfrentar la insolencia de la Realidad, que se pasea altanera, superada,
frente a las historias y sus mil versiones. Así comienza el aquelarre entre
creyentes y descreídos, se caen las miradas hundidas en tristeza, mientras la
Memoria empequeñece la realidad que aturde, la deja ciega y la encandila
ensordeciéndola.
Un humano está ahí, un humano que respira y transpira entre las
peleas del interior con el aire fresco. Ahora si un infierno se desata, entre
recuerdos y versiones se da una gran discusión, los Recuerdos inmutables,
cristalinos, como fotos se proyectan, y las Versiones vienen insolentes
trayendo nuevos sonidos, como paisajes; convirtiendo todo en el recinto del
dolor más entrañable y de la angustia más vulnerable, cada una de las voces se
pelea, parece que nadie ve que ahí, si, ahí hay una humana, restos que son
restos y no tendrán más valor que de resto y sino será anécdota, la garganta
duele de tragar palabras no santas.
En el medio de la fogata cerebral que despide humo como
ideas no queda otra que regresar a donde me perdí, a donde me quede,son 3 esquinas ahora, caminos alternativos, y
la premura del tiempo por tomar uno, la matriarca respira y suspira esperando
la epifanía que devuelva el Alma a esta conversación entre Memoria y Realidad,
ya no de palabras, entre recuerdos, la cabeza avisa que el tiempo pasa entre
descolores, los años se empiezan a marcar en la cabeza, trayendo descolores, poniéndonos en modo diapositiva, dejamos de
entender algunos pasos de los otros.
Y vuelvo, a donde me había quedado, retomar desde ahí será
la tarea, el trabajo y el desafío, mientras tanto los otres miran, otredades
que me abruman y en lenguaje maligno escupen veneno al que no soy inmune:
correrme, saltar, huir, desaparecer entre el siseo de mis tripas. Los
pensamientos mundanos irritan a las mentes poco elocuentes incapaces de una transformación
genuina en términos de felicidad absoluta, de liberación y expresión de lo
humano. El cuento que quiso ser cuento terminó, la dulce sabia se vuelve a
presentar entre palabras, la Realidad se pone el saco para salir, el
floripondio baila con el viento del atardecer más cursi, los fuegos del
aquelarre se humifican en el interior y la Memoria hace unos pasos de baile para despedirse.
El reloj susurra y 59; los siseos vuelven a empezar y las uñas a crujir, prendo
un cigarrillo porque hay que pegar la vuelta en la esquina para continuar.
Desde aquí… debajo de la tierra, aun puedo soñar, son mis
viejos sueños subterráneos que transitan por cada cosecha, por cada bosque y
selva. Mis sueños que salen y entran, que se trepan a los árboles y se tiran
con lianas, se bañan en lagos, se hamacan en rayos del sol, conversan con la
luna y cansados vuelven a la tierra para ser subterráneos.
Mis sueños, las ganas y el no poder.
Mis sueños que se cansan de reírse entre ellos, que se
agotan con sus heroicas historias de querer ser y se duermen; y sueñan que son
reales y despiertan nuevamente siendo solo sueños, se miran resignados y
suponen que será la próxima noche.
Y así viven mis sueños, de sueño en sueño, intentando ser
reales en alguna vigilia, y vomitan cadáveres de aquellos que intentaron ser; y
transitan en el día por los pastos, por las lianas y los cielos y vuelven a la
noche para intentar dejar de ser sueños aunque saben que son solo subterráneos.