Me atormento con su mirada cruel: Cruela, mi sensibilidad se
hizo agua, y mi pasado de culpas se apareció frente a mis uñas otra vez, se me encogieron
los hombros y la mano extendida me recordó el pasado cruel, no se me habían
terminado de cocinar las vísceras, estaban crudas, hundí las uñas en ellas… y
si… seguían crudas, crueles. La vuelta al diván no era la opción, las cadenas
me llevaban hacia allá, a la vuelta de la calle Freud, en una esquina de puerta
color rojo, tejas rojas y grafitis en la esquina. En la vuelta de la calle
Freud donde lo cruel se hace vísceras y se retuerce entren las uñas, donde la
matriarca espera con voz gruesa y susurrona enfrentarse a las bendiciones que
han dejado los mandatos familiares.
Detrás del sillón donde crece el floripondio, un reloj
susurra segundos en mi oreja y un perro cansado de escuchar historias nuevas me
lame el pantalón. Me siento: el siseo de las vísceras del interior desaparecen, las uñas crujen la
ansiedad y aparece la matriarca, con aires de india, rizado el cabello y ojos
que hablan, cada instante de mi historia se despierta para pelearse entre
versiones, unas con otras. La Memoria enrarecida de semejante escándalo pone el
grito en el cielo, quien sino ella es la que trae la verdad, y ahí no más con
aire de superación la Realidad se presenta, se sirve un trago y la envenena con
sus tintes de ocasión.
La Memoria desespera, va y viene pisoteando el almohadón,
encogiendo las rodillas, trae bultos del
pasado bien cerrados, los desata y desordena sobre el escritorio, no está lista
para enfrentar la insolencia de la Realidad, que se pasea altanera, superada,
frente a las historias y sus mil versiones. Así comienza el aquelarre entre
creyentes y descreídos, se caen las miradas hundidas en tristeza, mientras la
Memoria empequeñece la realidad que aturde, la deja ciega y la encandila
ensordeciéndola.
Un humano está ahí, un humano que respira y transpira entre las
peleas del interior con el aire fresco. Ahora si un infierno se desata, entre
recuerdos y versiones se da una gran discusión, los Recuerdos inmutables,
cristalinos, como fotos se proyectan, y las Versiones vienen insolentes
trayendo nuevos sonidos, como paisajes; convirtiendo todo en el recinto del
dolor más entrañable y de la angustia más vulnerable, cada una de las voces se
pelea, parece que nadie ve que ahí, si, ahí hay una humana, restos que son
restos y no tendrán más valor que de resto y sino será anécdota, la garganta
duele de tragar palabras no santas.
En el medio de la fogata cerebral que despide humo como
ideas no queda otra que regresar a donde me perdí, a donde me quede, son 3 esquinas ahora, caminos alternativos, y
la premura del tiempo por tomar uno, la matriarca respira y suspira esperando
la epifanía que devuelva el Alma a esta conversación entre Memoria y Realidad,
ya no de palabras, entre recuerdos, la cabeza avisa que el tiempo pasa entre
descolores, los años se empiezan a marcar en la cabeza, trayendo descolores, poniéndonos en modo diapositiva, dejamos de
entender algunos pasos de los otros.
Y vuelvo, a donde me había quedado, retomar desde ahí será
la tarea, el trabajo y el desafío, mientras tanto los otres miran, otredades
que me abruman y en lenguaje maligno escupen veneno al que no soy inmune:
correrme, saltar, huir, desaparecer entre el siseo de mis tripas. Los
pensamientos mundanos irritan a las mentes poco elocuentes incapaces de una transformación
genuina en términos de felicidad absoluta, de liberación y expresión de lo
humano. El cuento que quiso ser cuento terminó, la dulce sabia se vuelve a
presentar entre palabras, la Realidad se pone el saco para salir, el
floripondio baila con el viento del atardecer más cursi, los fuegos del
aquelarre se humifican en el interior y la Memoria hace unos pasos de baile para despedirse.
El reloj susurra y 59; los siseos vuelven a empezar y las uñas a crujir, prendo
un cigarrillo porque hay que pegar la vuelta en la esquina para continuar.
Versánica
https://youtu.be/WYPvoniN-cc
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