la oscuridad del domingo a las siete de la tarde,
los nervios del
lunes a las ocho de la mañana,
el cansancio de los miércoles a las cinco de la
tarde,
la alegría de los viernes a las siete de la tarde,
pero pasa el
camioncito invitándote a quedarte en casa y me veo con las habitaciones vacías,
ya no me hospedan esas emociones, se pusieron ellas también en cuarentena,
afuera se avecina el otoño,
se avecina para convertirse en vecino,
de lejos
relampaguea y una brisa entre fría y fresca que aparece entre la nada,
mezcla de silencio y cantos de grillos,
mezcla de
sombras y ausencia de motores,
en esta tranquilidad el miedo al extranjero
desaparece,
las noches se le hicieron más largas a algunos a mí se me amanece
cada vez más temprano, tengo habitaciones nuevas, algunas vacías, otras se me
llenaron de privilegios de agua, jabón y casa.
Versánica
